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Foto del escritorGEAS Brasil

Club de los exclusivos: ¿qué pasa con el endemismo?



El endemismo se caracteriza por la presencia restringida de una especie a una zona geográfica concreta, es decir, la especie no se encuentra de forma natural en ningún lugar del planeta Tierra excepto en esa zona. 

Las distintas especies de seres vivos no están dispersas por el mundo por azar, sino que habitan en lugares donde se han adaptado a las condiciones ecológicas y climáticas. Estas condiciones resultan adecuadas para su supervivencia y reproducción, formando un ecosistema con complejas relaciones ecológicas entre sus componentes. Sin embargo, las condiciones ecológicas por sí solas no siempre son suficientes para su perpetuación, ya que existen otros factores que limitan o favorecen la aparición de especies en el ambiente natural. La mayoría de los seres vivos viven en áreas muy bien definidas y se limitan a una pequeña zona geográfica de un determinado municipio, ciudad o estado.

Algunas especies tienen un margen de tolerancia más amplio, por lo que se adaptan más fácilmente y se distribuyen por zonas geográficas más extensas. Los entornos geográficamente aislados, como las islas e incluso los valles, hacen que las especies que allí se encuentran se consideren de una manera muy especial, ya que tienen una vulnerabilidad inherente, lo que las convierte en una referencia esencial para formular estrategias de conservación de la biodiversidad.

El endemismo es un factor resultante de la actuación de mecanismos de aislamiento, como la evolución única de una especie; la reducción significativa de la población; barreras físicas, como la formación de cordilleras, ríos y cambios en el nivel del mar a lo largo del tiempo, o incluso la formación de carreteras y plantaciones que impiden la comunicación entre individuos de dos fragmentos de un área original -este proceso se denomina alopatría-; condiciones ambientales muy específicas e incluso cuestiones de comportamiento, como las diferentes épocas de reproducción entre especies. Estas zonas, que han quedado delimitadas geográficamente de un ecosistema debido a un proceso común de aislamiento a lo largo del tiempo, suelen considerarse áreas de endemismo (AE).

Las especies endémicas pueden clasificarse en varias categorías en función de su distribución, origen, edad y taxonomía. Entre ellas están las especies autóctonas, que son nativas de la región afectada y siguen viviendo en ella, mientras que las alóctonas no se dan de forma natural en la región donde se han asentado. También hay especies taxonómicas, que son los únicos restos de grupos anteriormente diversos, y especies biogeográficas, que son especies endémicas descendientes de un grupo que antes estaba ampliamente distribuido. Además, hay especies neoendémicas, que se han formado recientemente, y especies paleoendémicas, que estaban muy extendidas en el pasado pero han sufrido un importante declive poblacional.

Dos métodos son comúnmente utilizados para identificar áreas endémicas en Brasil: uno es superponer mapas de especies con distribuciones pequeñas en comparación con el área de estudio a ser evaluada y dentro de esa área, hay identificación por concordancia completa o casi completa de las distribuciones de dos o más especies; y un método con base en un Análisis de Parsimonia de Endemicidad (Parsimony Analyses of Endemicity).

Los biomas brasileños son ejemplos de áreas con un cierto grado de endemismo, con muchas especies que sólo pueden encontrarse en estos lugares, como la especie Amazona brasiliensis (amazona brasileña) y el árbol Cecropia sp. (guarumos) que son del bioma de la Mata Atlántica, y también el Trichechus inunguis (manatí del Amazonas) y la Victoria amazonica (Victoria regia) que son específicos del bioma amazónico, entre otras innumerables especies que pueden observarse específicamente entre biomas.

Las regiones con altas concentraciones de biodiversidad son, y siempre serán, prioridades de conservación. Sin embargo, el desconocimiento de las especies dificulta la identificación de grupos endémicos y áreas de endemismo, lo que resta eficacia a las acciones de conservación. Por eso, el primer paso para conservar la biodiversidad es estudiarla y describirla; al fin y al cabo, sólo podemos proteger lo que conocemos en profundidad.


Autor: Victor Lucino - Vicepresidente de GEAS Brasil


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