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Foto del escritorGEAS Brasil

La quitridiomicosis y el declive de las poblaciones de anfibios


Considerada por la Cumbre para la Conservación de los Anfibios (2005) como "la peor enfermedad infecciosa jamás vista entre los vertebrados, en términos de número de especies afectadas y susceptibles de extinguirse", la quitridiomicosis panzoótica es una enfermedad cutánea que pone en peligro a las poblaciones de anfibios de todo el mundo y ya ha causado el declive y la extinción de innumerables especies. Batrachochytrium dendrobatidis, el causante de la quitridiomicosis, es un hongo acuático de distribución mundial, capaz de crecer en un amplio rango de temperaturas (entre 4 y 25 °C). El patógeno tiene dos fases vitales típicas de los quitridios: un zoosporangio reproductor sésil y zoosporas móviles. El zoosporangio se desarrolla en la piel de los anfibios, produce y libera nuevas zoosporas en el agua y puede provocar la reinfección o infección de nuevos animales, tanto adultos como larvas. El hongo es queratotrófico y en los renacuajos se aloja en las piezas bucales, ya que es la única zona queratinizada en esta etapa de la vida del anfibio. En los animales adultos, la infección se vuelve mucho más peligrosa, ya que toda la piel se queratiniza. La infección fúngica provoca queratosis e hiperplasia de las células queratinosas, afectando directamente a la osmorregulación, termorregulación y respiración de los animales infectados, ya que dependen de la piel para realizar estas funciones. El transporte de iones de los anfibios afectados se altera drásticamente, provocando una grave depleción de electrolitos plasmáticos y el consiguiente paro cardíaco. Asimismo, la absorción y pérdida de agua se ven alteradas, desequilibrando el balance osmótico de estos animales y predisponiéndolos a una deshidratación severa y a sus consecuencias fisiopatológicas. Además de todo esto, la alteración del intercambio gaseoso altera el metabolismo del anfibio debido a la hipoxia y el animal entra en un estado de apatía y torpor, volviéndose aún más susceptible a la recontaminación por el hongo, las infecciones secundarias y la depredación. Los puntos de colonización cutánea inflamados causados por el hongo, junto con la caída de la inmunidad, también predisponen al animal a infecciones cutáneas secundarias por otras especies de hongos y bacterias, que pueden conducir a la formación de dermatosepticemias e incluso sepsis. Si no se trata, el animal morirá de diferentes formas.


Figura 1 - Engrosamiento de la capa queratínica de un anfibio afectado, con numerosos esporangios indicados por las flechas. Fuente: jbernard.


Aunque el declive mundial de las poblaciones de anfibios se viene observando desde mediados de los años setenta, la quitridiomicosis no se describió hasta 1998, cuando factores como la pérdida de hábitat y la acción antropogénica resultaron insuficientes por sí solos para explicar el fenómeno. Estudios recientes apuntan al este de Asia como probable lugar de origen del hongo, y atribuyen la aparición del patógeno a la comercialización mundial de anfibios, especialmente para el comercio de carne y productos derivados de estos animales. Sin embargo, se sabe que el tráfico para tener animales como mascotas o para el uso de técnicas de medicina tradicional también tiene una gran influencia en la propagación del hongo a nivel mundial Hoy en día, se sabe que existen diferentes cepas del hongo propagadas en distintos lugares, incluida una cepa brasileña. Ya hay registros de infección por Batrachochytrium dendrobatidis en más de 500 especies de anfibios, y se calcula que más de 200 ya han sido aniquiladas por el hongo, 15 de ellas en Brasil. A pesar de ello, aún se desconoce mucho sobre el patógeno y lo que podría hacerse para evitar sus catastróficas consecuencias. La enfermedad fúngica ya ha causado y sigue causando pérdidas inconmensurables en la biodiversidad de los anfibios y en todos los ciclos naturales en los que se insertan estos animales, poniendo en peligro el sutil equilibrio de la vida natural. La extinción masiva de anfibios, además de representar una enorme pérdida de biodiversidad, podría acarrear graves problemas para el ser humano, ya que estos animales desempeñan un importante papel en la regulación de las poblaciones de insectos. Un desequilibrio en esta regulación podría provocar brotes de enfermedades transmitidas por estos animales, como el dengue y la fiebre amarilla. Se han llevado a cabo diversos proyectos de investigación y acciones para intentar mitigar las consecuencias de la enfermedad, pero la lucha contra el hongo ha resultado ser un gran reto para los investigadores de todo el mundo. Los intentos de reintroducir especies de anfibios en la naturaleza suelen fracasar, ya que el quítrido reaparece en las especies reintroducidas. También se ha estudiado el uso de probióticos para prevenir la enfermedad y la aplicación de fungicidas en el medio ambiente, pero aún queda mucho por investigar para evaluar la viabilidad y el impacto de estas medidas. Por el momento, la medida más eficaz es aplicar políticas que regulen el comercio mundial de anfibios. Aunque esto no resolverá realmente el problema, tales medidas podrían reducir la propagación del hongo. También es importante decir que hay varios programas y asociaciones de conservación, como el Arca de los Anfibios y el Grupo de Especialistas en Anfibios, que trabajan en Brasil y en todo el mundo por la conservación y la investigación de las especies de anfibios, luchando a diario para evitar que se extingan aún más de estos animales.


Figura 2 - Atelopus limosus muerto por la enfermedad. Fuente: Brian Gratwicke.

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