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Foto del escritorGEAS Brasil

El conservacionismo frente al preservacionismo

A menudo confundidos o utilizados como sinónimos, conservar y preservar son caminos diferentes. Ambas persiguen el bienestar de la fauna y la flora en su conjunto, pero mientras una favorece la protección en sentido estricto, la otra busca un equilibrio sostenible con el ser humano. El conservacionismo, por seguir una vía más liberal, defiende la idea de la coexistencia mutua entre la naturaleza y el hombre, utilizando los recursos que ofrece el medio natural mediante una gestión ecológicamente correcta, para pensar en el futuro de las próximas generaciones y en la supervivencia de las especies propias y ajenas en su ciclo natural. Estos objetivos pueden alcanzarse minimizando los daños al medio ambiente y sin dejar de disfrutar de lo que éste puede ofrecernos, ya sea en forma de recursos o de calidad de vida.

El preservacionismo, en cambio, es radical y está directamente vinculado a la protección de la naturaleza en su sentido más estricto, asumiendo a menudo que el hombre es el principal culpable de su desequilibrio. Además, está totalmente en contra de cualquier tipo de explotación y del uso de sus recursos, repudiando así cualquier tipo intervención humana. En un lenguaje más coloquial, podríamos decir que preservar es cercar una zona y dejarla intacta: nada ni nadie entra ni sale. Se preserva tal como es. Debemos entender que la conservación no consiste sólo en proteger, sino en comprender los impactos que sufre la zona, cómo le afectan a las comunidades que la rodean; generando así estrategias para mitigar esos efectos deletéreos, permitiendo al mismo tiempo que la zona siga proporcionando a una comunidad formas de sobrevivir. La conservación engloba factores multidisciplinares para abordar y resolver los problemas e impactos medioambientales.

La preocupación por el medio ambiente comenzó cuando se constató que los recursos naturales, sobre todo durante la Revolución Industrial europea, no eran tan infinitos como se creía. En aquella época ya se discutía científicamente la importancia de mantener las zonas naturales e incluso de reforestar, pero para la mayoría de la gente de entonces la idea era absurda e incluso atentaba contra los preceptos religiosos de la época. No fue hasta 1892, en los Estados Unidos de América, que se iniciaron los primeros trabajos sistemáticos de silvicultura, dando origen, por ejemplo, al Instituto Nacional de Silvicultura Americano. En Brasil, sólo en 1970 comenzó a debatirse la cuestión, tras diversos impactos ambientales y la explotación ecológicamente no planificada de los recursos naturales. Aun así, no fue hasta los años 80 cuando la ideología de la protección del medio ambiente se hizo creíble, especialmente debido a la presión internacional y a las oleadas de activismo ecologista de la década.

Inicialmente, las ideas y las propuestas de protección medioambiental se alinearon con el preservacionismo, con una visión más radicalizada que seguía un modo casi utópico; a veces en conflicto con la idea de expansión de la población humana y del progreso. Con el objetivo de preservar recursos como la pesca, la fauna, el agua, el suelo y otros recursos naturales, se empezaron a crear parques nacionales, en los que se prohibía la construcción, la deforestación, la caza y la utilización de los recursos. En Brasil, siguiendo la misma tendencia norteamericana, se crearon varios parques nacionales.

Hoy se sabe que la conservación por sí sola no basta para que las especies sobrevivan en una zona, ya que existen importantes relaciones ecológicas que son necesarias para comprender la investigación de los ecosistemas. Estas investigaciones conducen a menudo a la elaboración de estrategias de conservación que requieren la intervención humana, como los programas de cría "ex situ" de especies amenazadas. Además, la conservación por sí sola no ayuda a las comunidades humanas a sobrevivir de forma sostenible, e incluso puede provocar el descontento de la comunidad con la existencia de un espacio natural o la explotación ilegal de los recursos que contiene. Las leyes medioambientales más recientes y actualizadas siguen esta línea de razonamiento. Sin embargo, sigue habiendo deficiencias y problemas en su aplicación, sobre todo en la falta de supervisión, en la corrupción y en el conflicto de intereses sociales. El debate entre los dos conceptos ("preservar frente a conservar") siempre ha existido y existe con fuerza, pero debemos reflexionar y pensar qué es lo correcto, ¿conservar o preservar? ¿Cómo podemos utilizar los recursos de forma racional? ¿Debemos mantener los espacios naturales alejados del ser humano de forma restringida? Las preguntas sobre esta discusión son interminables, con ideales que van de la mano pero con caminos totalmente diferentes, con leyes de inspección que en nuestro país no se aplican correctamente y con la posibilidad crítica de perder varias especies de animales y plantas. Deberíamos reflexionar y analizar cuál es realmente el camino ideal, pensando en todos los entornos en los que vivimos y en nuestra forma de vida. Quizá la respuesta más correcta sea: depende. Al fin y al cabo, ¿por qué no conservar y preservar también? Cada estrategia puede ser la más adecuada en situaciones diferentes.



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