La sinantropía, según el diccionario, es la relación de convivencia o proximidad con los seres humanos, no con los animales domésticos. El término “animales sinantrópicos” se utiliza para referirse a especies que se han adaptado a convivir con los humanos, a pesar de nuestra voluntad, como es el caso de las palomas, las ratas, los mosquitos e incluso las abejas.
Considerando el crecimiento desordenado de las ciudades, la invasión de áreas verdes y la extensión de las ciudades que crecen una al lado de la otra, podemos observar ambientes favorables para que estos animales se adapten a vivir en el área urbana. Algunos animales sinantrópicos pueden transmitir enfermedades y causar daños a la salud de los humanos y otros animales.
Los animales sinantrópicos necesitan cuatro A’s para su supervivencia, a saber: agua, alimento, acceso para su supervivencia y abrigo. Aunque el agua no es un factor limitante en las zonas urbanas, podemos interferir con otros factores. Por ello, es importante saber qué sirve de alimento, abrigo y acceso a cada especie a controlar, y adoptar las medidas preventivas necesarias, manteniendo ambientes más saludables y evitando el uso de productos químicos nocivos, que por sí solos no evitarán nuevas infestaciones.
Las ratas son animales nocturnos que viven principalmente en los desechos domésticos. Estos animales sinantrópicos tienen la capacidad de metabolizar diferentes clases de alimentos y pueden consumir productos animales y vegetales. Además, tienen un agudo sentido del olfato y del gusto que les ayuda a elegir sus comidas favoritas.
La principal característica de este grupo es la presencia de grandes pares de dientes incisivos que crecen constantemente, por lo que necesitan roer materiales duros para desgastar el diente y controlar su crecimiento, de ahí el nombre de “roedor”. Entre los roedores sinantrópicos, podemos mencionar tres especies más comunes: el ratón, la rata de techo y el campañol.
Las ratas actúan como transmisoras de diversas enfermedades como la leptospirosis, la peste bubónica, la infección por mordedura y la salmonelosis. La presencia de ratas en un lugar se puede verificar a través de los siguientes signos: heces, rastros, manchas de grasa, roeduras y madrigueras.
La prevención es posible mediante la adopción de un conjunto de medidas denominadas antirratización, es decir, que eliminan los cuatro factores básicos para la supervivencia de estos animales sinantrópicos. Ellos son: cuidar la basura, mantener bien almacenados los alimentos, inspeccionar los lugares que puedan ser abrigo de estos animales, cribar o utilizar otros métodos que impidan su entrada.
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