Los cocodrilianos cuentan en su repertorio comportamental con importantes formas de comunicación que a veces pasan desapercibidas debido a la sutileza de su ejecución. Tanto para interactuar de forma específica con los que viven en el mismo grupo, aparearse, intimidar a posibles amenazas, o hasta simples movimientos como arquear la cola y la cabeza, comunicarse y emitir sonidos, forma parte de la etología de estos reptiles y es una parte importante de su supervivencia.
Normalmente, cuando se estudia el tema, los sonidos emitidos por los cocodrilianos se clasifican en dos tipos: en primer lugar, están los sonidos vocales, que son aquellos sonidos fuertes audibles para los humanos, llamados "bramidos" o rugidos. La comunicación vocal es más común en los animales de las familias Alligatoridae y Crocodylidae y normalmente se realiza fuera del agua; el otro tipo son los infrasonidos, que se caracterizan por vibraciones no vocales, normalmente realizadas bajo el agua. Curiosamente, están por debajo de la gama de frecuencias del oído humano, pero son capaces de propagarse en el agua a grandes distancias. Así, el infrasonido se caracteriza por ser una importante herramienta de comunicación de estos animales en el medio acuático y normalmente se produce a 140 dB, dependiendo del tamaño del individuo.
Sin embargo, estas vibraciones pierden su utilidad fuera de las masas de agua, ya que no se propagan de forma óptima en el aire y son absorbidas por los límites terrestres de los hábitats acuáticos. Además, la producción de infrasonidos se caracteriza por el desplazamiento rápido de grandes volúmenes de agua, y se teoriza que la realización de estos movimientos requiere una fuerza y una energía considerables.
Debido a las características de propagación de los infrasonidos en un ambiente acuático, se teoriza que la composición del hábitat y las características de las masas de agua están directamente relacionadas con la capacidad de cada especie para hacer frente a estas vibraciones. Dinets (2011) compara los componentes comunicativos de los cocodrilianos, planteando la hipótesis de que en aquellas especies en que el hábitat acuático está más fragmentado, los infrasonidos se utilizan menos que en aquellas en que el medio fluvial es más continuo. Por otro lado, el uso de la comunicación vocal es más común para las especies que se encuentran en hábitats acuáticos no continuos. Además, otros estudios, como el de Vergne (2008), también plantean dudas e hipótesis sobre la comunicación entre cocodrilianos, especialmente los infrasonidos: señalan que el oído de estos animales no muestra evidencias significativas de ser sensible y capaz de oír sonidos de frecuencias mínimas, como los infrasonidos. Por ello, se teoriza que la percepción de la información está vinculada a mecanorreceptores de la piel y no a componentes neuroauditivos, como se pensaba hasta ahora.
A pesar de que los estudios sobre el tema son cada vez más frecuentes, siguen existiendo muchas dudas al respecto. Hay muchos interrogantes sobre la anatomía y la funcionalidad del oído en este orden de animales, así como sobre la forma en que se captan e interpretan los infrasonidos, a qué edad se convierten en un mecanismo eficaz y si los cocodrilos pueden localizar con precisión la fuente de las vibraciones.
Gustavo Gomes da Luz Pereira
Director de la Secretaría
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